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¿Por qué es tan difícil guardar dinero?  La psicología detrás de la dificultad de ahorrar

La psicología detrás de la dificultad de ahorrar

Aunque somos plenamente conscientes de las ventajas de ahorrar para el futuro, lograr apartar un porcentaje de nuestros ingresos de manera constante se siente como una batalla diaria. A veces, parece que nuestra cartera tiene un imán para gastos imprevistos. ¿Alguna vez te has preguntado si tu vehículo es un espía secreto de tus finanzas? Parece tener un sexto sentido: justo cuando recibimos ese incentivo adicional, ¡zas!, se daña de la manera más inesperada. Y no hablemos de ese momento al final del mes. Después de pagar la tarjeta de crédito, miramos el resumen y nos preguntamos: ¿A qué universo paralelo se fueron nuestros chelitos?.

La realidad, es que, independientemente de nuestros ingresos, alcanzar metas de ahorro es un reto constante. Si bien los gastos inesperados nos facilitan la tarea, en mi experiencia el núcleo del problema la mayoría de las veces se encuentra en esas decisiones inconscientes que tomamos cotidianamente. Por ejemplo, como suscribirnos a servicios mensuales o aplicaciones que rara vez usamos y/o al salir del supermercado con un carrito lleno de “chucherías” que no estaban en nuestra lista. Estos actos, que a menudo subestimamos o no anticipamos, terminan por hacernos gastar más de lo que teníamos previsto. 

Esto nos lleva a reflexionar: ¿Por qué, incluso con las mejores intenciones, nos desviamos frecuentemente de nuestras metas financieras? ¿Por qué resulta tan sencillo caer en patrones de gastos que no se alinean con nuestros objetivos a largo plazo? En este artículo, descubriremos que el hábito de ahorrar no solo se basa en una adecuada planificación financiera, sino también en identificar y superar esos obstáculos mentales que sabotean nuestro deseo de ahorrar.

Resumen esencial: Cinco puntos claves que aprenderás en este artículo

  1. Nuestra mente, sorprendentemente, puede vernos en el futuro como a un desconocido, lo que complica la tarea de ahorrar para ese "yo" futuro.
  2. Los sesgos cognitivos, como el sesgo del presente y la aversión a la pérdida, influyen poderosamente en nuestras decisiones financieras diarias, llevándonos a menudo por caminos que no se alinean con nuestros objetivos a largo plazo.
  3. La desconexión entre nuestro "yo" presente y nuestro "yo" futuro en el cerebro nos hace priorizar la gratificación instantánea sobre los beneficios a largo plazo.
  4. Las decisiones impulsivas y los gastos no planificados, como suscripciones innecesarias o compras no esenciales, pueden sabotear nuestros esfuerzos de ahorro sin que nos demos cuenta.
  5. A pesar de los desafíos psicológicos y cognitivos, con determinación y una mentalidad adecuada, tenemos el poder de transformar nuestra situación financiera y alcanzar la prosperidad.

Entendiendo el desafío psicológico detrás del ahorro

La psicología de tus finanzas: ¿Por qué nuestro cerebro juega en contra?

A pesar de la complejidad de nuestra mente, nos resulta difícil visualizarnos en el futuro. Según un estudio del Centro Nacional de Información de Biotecnología, científicamente tendemos a percibir a nuestro "yo" del futuro como si fuera un total desconocido. El estudio explica que cuando reflexionamos sobre nosotros mismos en el presente, una región específica de nuestro cerebro, el córtex prefrontal medial, se activa intensamente. Sin embargo, cuando pensamos en otras personas, especialmente en aquellas con las que no compartimos similitudes, esta área del cerebro se activa en menor medida.

El Centro Nacional de Información de Biotecnología (NCBI por sus siglas en inglés), es una división del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, y en su estudio sobre la ’Continuidad del yo futuro: cómo las concepciones del yo futuro transforman la elección intertemporal', arroja luz sobre cómo la falta de familiaridad con nuestras expectativas futuras puede influir significativamente en nuestras decisiones financieras actuales, especialmente en lo que respecta al ahorro a largo plazo.

Lo que realmente es sorprendente, es cómo, al intentar visualizar nuestro "yo" del futuro, la actividad en el córtex prefrontal medial (MPFC) disminuye drásticamente. Neurológicamente, parece que vemos ese futuro yo como un desconocido. Esta desconexión cerebral complica la tarea de priorizar el ahorro ya que nos hace sentir distantes de la persona que seremos, subestimando así la necesidad de ahorrar para beneficiarnos más adelante y premiar la gratificación instantánea.

Sesgos cognitivos que afectan nuestra capacidad de ahorro

Un sesgo cognitivo es una distorsión sistemática en la forma en que percibimos y procesamos la información, conduciéndonos a interpretaciones subjetivas y, frecuentemente, inexactas de la realidad. Estos sesgos suceden cuando nuestras decisiones están más influenciadas por nuestras emociones que por un análisis racional y objetivo.

Estos sesgos corrompen la percepción de nuestra situación financiera, influyen en cómo tomamos decisiones económicas y determinan cómo interactuamos con el dinero. Son patrones de pensamiento que pueden llevarnos a tomar decisiones menos óptimas o incluso contraproducentes en relación con nuestros objetivos financieros. A continuación, desglosamos los sesgos más determinantes que afectan nuestra capacidad para ahorrar eficientemente:

Sesgo del Presente

Las personas tienen una inclinación natural hacia las gratificaciones inmediatas, a menudo valorándolas más que las recompensas futuras. Esto nos lleva a tomar decisiones impulsivas, como gastar en el momento en lugar de ahorrar para el futuro. 

Un ejemplo cotidiano de esto es la elección de disfrutar de un postre delicioso ahora, en lugar de mantener una dieta saludable para beneficios a largo plazo. Esta tendencia a priorizar el "ahora" sobre el "después" no solo afecta nuestras decisiones diarias, sino también nuestra capacidad de planificar y ahorrar adecuadamente para el futuro.

Sesgo de Aversión a la Pérdida

La aversión a la pérdida es un principio psicológico que describe cómo las personas tienden a sentir un dolor más intenso al perder algo que el placer que experimentan al ganar algo de igual valor. Esta predisposición nos lleva a ser excesivamente cautelosos en nuestras decisiones financieras, incurriendo en un alto costo de oportunidad y restringiendo nuestras posibilidades de crecimiento económico. 

En la cultura dominicana, un ejemplo ilustrativo de esto es la práctica de guardar dinero bajo el colchón por miedo a perderlo, obviando así las ventajas de invertir en activos financieros, desde certificados de depósitos hasta instrumentos más avanzados como títulos valores o acciones.

Sesgo de Inercia

El sesgo de la inercia o "status quo" refleja nuestra tendencia natural a mantener las cosas como están y resistirnos al cambio. Esta predisposición nos lleva a aceptar lo que nos es familiar y continuar con lo que siempre hemos hecho, incluso si hay opciones más beneficiosas disponibles. 

En el mundo financiero, la amplia gama de opciones de ahorro e inversión puede resultar abrumadora, llevándonos a menudo a la parálisis por análisis. Sin embargo, este sesgo no tiene por qué ser siempre negativo. Una estrategia efectiva para contrarrestar esto es la automatización de nuestras finanzas. Al establecer débitos automáticos a nuestro salario a través de nuestro empleador hacia un vehículo de inversión de tu preferencia, antes de que el dinero llegue a nuestra cuenta bancaria principal, aprovechamos nuestra tendencia a resistir el cambio. De esta manera, nos adaptamos a ver un "salario neto" ligeramente reducido y, dada nuestra inclinación hacia el "status quo", es poco probable que alteremos esta nueva rutina de ahorro.

Sesgo de Anclaje

El sesgo de anclaje se refiere a la tendencia de las personas a confiar demasiado en la primera pieza de información que reciben (el "ancla") al tomar decisiones. En el ámbito financiero, los inversores a menudo establecen un punto de referencia basado en la información que consideran más relevante, desestimando otros datos que podrían ser igualmente cruciales. Esta focalización puede llevar a reacciones tardías ante cambios en el mercado, ya que la información no incluida en ese punto de referencia inicial puede ser ignorada.

Un ejemplo cotidiano de este sesgo se observa en el sector inmobiliario. Un agente de bienes raíces podría mostrarte primero una propiedad lujosa y costosa, estableciendo así un "ancla" de alto valor en tu mente. Posteriormente, al ver otras propiedades más asequibles, estas pueden parecerte más razonables en precio, aunque aún estén por encima del valor de mercado, simplemente porque tu percepción ya ha sido influenciada por el alto costo del primer inmueble presentado.

El sesgo de anclaje nos lleva a fijarnos en un nivel específico de gasto basado en nuestros ingresos iniciales o hábitos previos. Si nos habituamos a gastar una cantidad determinada mensualmente, ese monto se convierte en nuestra referencia o "ancla". Aunque nuestras circunstancias cambien, nos resistimos a modificar este gasto, lo que puede limitar nuestra habilidad de ahorrar y planificar adecuadamente para el futuro.

Sesgo de Adhesión

El "Efecto de Adhesión" o "Bandwagon Effect" se refiere a la tendencia de las personas a adoptar ciertas conductas, creencias o decisiones basadas en la popularidad o en lo que otros están haciendo. Este sesgo que es alimentado por el miedo o la preocupación de que otros puedan estar viviendo experiencias gratificantes de las que uno no forma parte, nos lleva a tomar decisiones compulsivas como hacer inversiones sin un análisis adecuado o gastar en experiencias o productos simplemente por no querer quedarse atrás.

Entender que nadie valora nuestras posesiones tanto como nosotros es clave para no dejarnos llevar por tendencias pasajeras. Al reflexionar, podemos darnos cuenta de que, al ver a otros con bienes costosos, no pensamos en el objeto en sí, sino en cómo nos sentiríamos poseyéndolo. Sin embargo, detrás de este anhelo se esconde una búsqueda más profunda de respeto y admiración. Estos sentimientos se cultivan más efectivamente a través de la humildad, la educación y el esfuerzo constante por aportar valor a los demás, y no simplemente adquiriendo objetos costosos.

Falacia del Costo Hundido (Sunk Cost Fallacy)

La falacia del costo hundido es un sesgo cognitivo que nos lleva a aferrarnos a una inversión simplemente porque ya hemos invertido tiempo, dinero o esfuerzo en ella, incluso cuando continuar con dicha inversión no es lo más beneficioso. Un ejemplo de esto es comprar zapatos caros e incómodos y seguir usándolos solo porque fueron caros, en lugar de admitir que no fueron una buena compra.

A menudo, esta falacia es alimentada por un deseo de recuperar lo que ya hemos perdido, una variante de la aversión a la pérdida conocida como efecto reflejo. En adición, este comportamiento está influenciado por el efecto dotación, que nos hace valorar más algo simplemente porque es nuestro, incluso si su valor real es menor.

Conclusión

El camino hacia el ahorro efectivo es un desafío que requiere disciplina, intención, sacrificio y perseverancia. Pero más allá de estas cualidades, es esencial adoptar un cambio de mentalidad orientado hacia el futuro. Como hemos explorado en este artículo, a menudo, el mayor obstáculo para tomar decisiones financieras acertadas y aumentar nuestros ingresos no se encuentra en el mundo exterior, sino entre nuestros oídos. Nuestro cerebro, con sus sesgos y percepciones, puede llevarnos inadvertidamente a decisiones erróneas que afectan nuestra capacidad de ahorro y crecimiento financiero.

El éxito financiero se basa en un 80% en hábitos y solo un 20% en habilidades numéricas. Tienes el poder de transformar tu situación económica. Con determinación y la mentalidad adecuada, no sólo puedes ahorrar, sino también florecer y lograr tus metas financieras.

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